Fernando Pessoa fue una importante figura de la literatura portuguesa, que ejerció una profunda influencia a lo largo del siglo XX que aún hoy perdura.
Muchos están fascinados por su singularidad y genio literario al crear personalidades llamadas heterónimos, que tenían su propio estilo de escritura, filosofías e incluso fechas de nacimiento y muerte.
En Chiado, Lisboa, hay una escultura que le homenajea.
Creado por Lagoa Henriques, fue inaugurado el 13 de junio de 1988, conmemorando el centenario del nacimiento de Fernando Pessoa, el 13 de junio de 1888.
Vemos a Fernando Pessoa sentado solo en la terraza del café A Brasileira.
Naturalmente, la ubicación de la escultura destaca la afinidad de Pessoa con este café, del que era cliente habitual.
La historia de cómo surgió la postura de la estatua es muy interesante y realmente va en par con el manto de misterio que rodea al escritor.
En la página web del café se relata que Pessoa iba a tener la mano izquierda levantada, pero, Lagoa Henriques, al leer un libro de Pessoa, le llamó la atención el poema "A mão posta sobre a mesa" (La mano puesta sobre la mesa).
Lo interpretó como una clara señal de Pessoa para que la escultura posara la mano sobre la mesa:
‘A mão posta sobre a mesa,
A mão abstracta, esquecida,
Margem da minha vida...
A mão que pus sobre a mesa
Para mim mesmo é surpresa.
Porque a mão é o que temos
Ou define quem não somos.
Com ela aquilo fazemos’
'La mano puesta sobre la mesa,
La mano abstracta, olvidada,
Margen de mi vida...
La mano que puse sobre la mesa
Para mí es una sorpresa.
Porque la mano es lo que tenemos
O define quién no somos.
Lo hacemos con ella".
Fernando Pessoa - Poesias Inéditas (1930-1935)
Aunque no se ha demostrado la veracidad de la narración, ya que no hay pruebas de que Lagoa Henriques dijera o hubiera escrito tal relato, es, sin embargo, un bello añadido al homenaje al vincular la escultura con un poema original de Pessoa.
Además, la gente suele utilizar la silla para hacerse fotos con él.
La impresión que nos da es que Pessoa parece estar en profunda introspección, pero acogedor, fomentando una sensación de intimidad e invitando al espectador a entrar en su mundo y en su legado, como simbolizado por la silla vacía.
Si está de visita a Lisboa, le recomiendo sin duda que pase por Chiado para admirar la estatua de este gigante de la literatura, e incluso que haga una foto con él.
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